miércoles, 30 de septiembre de 2009

El Camino de Santiago por el norte (Parte II)


... El Camino de Santiago es disfrutar, disfrutar de la gente y de los paisajes. Y eso lo hemos hecho con creces. Cada día era una experiencia nueva y parajes nuevos. Era un gustazo (casi siempre) perderse por los caminos buscando conchas o flechas amarillas. Pedir ayuda a la gente para guiarte y departir un rato sobre la dureza de los montes de la zona, del tiempo, o de las motivaciones de hacer el camino. Tengo que decir, que todas y cada una de las personas que nos hemos encontrado por el Camino, nos han ofrecido toda su ayuda y amabilidad, eso sí, con peor o mejor fortuna. Todos los días nos encontrabamos en el Camino a algún bilbaíno y a algún catalán, ya sea realizando el Camino o viviendo en el sitio por el que pasábamos. Y es que bilbaínos y catalanes los hay en todas partes. Es muy curioso conocer como la vida de cada uno les lleva a sitios reconditos que tú pisas por primera vez.
 

Puede ser, que debido a mis crónicas un tanto negativas de los primeros días, se pueda llegar a pensar que no lo hemos pasado bien. Nada más lejos de la realidad. El Camino y el tiempo nos pusieron a prueba los primeros días y es evidente que sufrimos, pero como para todo en esta vida, hay que sufrir un poco para obtener una recompensa. Los primeros días fueron bastante catastróficos. Íbamos aprendiendo sobre la marcha que nos depararía esta aventura. Sufrimos muchos problemas mecánicos al principio que la experiencia nos ayudo a evitar después, pero claro, arreglar una bici mientras caen chuzos de punta siempre es más complicado. El frío y la humedad te calan hasta los huesos y todo ello mina la moral. Pero después de unos momentos tan duros, como el reventón llegando a Deba, o como los kilómetros de más que tuvimos que hacer para sortear algunos barrizales, te aumentan la satisfacción al cumplir la misión del día. Con todo el chaparrón constante que tuvimos los tres primeros días, no pudimos disfrutar totalmente del Camino, y mucho menos de la gente ya que nadie estaba en la calle merced al tiempo. Pero insisto, la satisfacción de realizarlo fue grande.

 
A partir del lunes, y coincidiendo con la llegada de nuestro nuevo integrante Maikel, todo fue a mejor. El tiempo mejoró ostensiblemente y con ello nuestro ánimo y nuestra experiencia. Mucho más animados y con las piernas más o menos fuertes, salimos de Santander ya con un cielo bastante despejado. A partir de entonces no nos volvería a lover, e incluso hacia final de la semana pasamos bastante calor. Con buen tiempo todo se hace mejor y más fácil y pudimos disfrutar más del Camino y sus paisajes.
 
Según avanzaba la semana, las piernas iban olvidando poco a poco su cargazón y estaban cada vez más fuertes, ya acostumbradas a los esfuerzos diarios a los que las sometíamos, pero empezó a aparecer el fantasma del cansancio. Hacia el miercoles y después de una etapa brutal por unos caminos muy duros, nuestras energías comenzarón a vaciarse. Ya el jueves, y a pesar de contar con horas de luz para llegar a Baamonde, el cansancio nos obligó a parar 20 kilómetros antes en Villalba. Hasta ese momento, sólo la falta de luz nos había impidido continuar con el Camino.
 
El último día fue muy especial...

martes, 29 de septiembre de 2009

El Camino de Santiago por el norte (Parte I)

Se me hace muy complicado hacer un resumen de un viaje tan intenso. Y es que sólo han sido siete días, pero a los tres que lo hicimos nos pareció que llevabamos un mes andando en bici. Quizá eso la ha hecho tan especial; multitud de viviencias, de esfuerzos y de personas en tan corto espacio de tiempo, nos ha hecho creer que llevabamos mucho más tiempo recorriendo la costa.
 
Este viaje, simple y llanamente, es demasiado para sólo 7-8 días. Es demasiado en varios sentidos: son demasiados kilometros al día, excesiva carga para unas piernas poco acostumbradas a la bici como las nuestras. Llevabamos poca preparación pero aún así hemos aguantado, pero claro está, a costa de hacer excesivos esfuerzos y auténticas salvajadas. Al final estas cosas se pagan, como el dolor de piernas que nos llevamos los tres, el cansancio extremo que nos acompañará varios días, las dolencias en la espalda y rodilla que se lleva Asier como premio, los dedos sin fuerza ni para abrir la puerta de casa que me he ganado de sujetar el manillar, ... 

 
El viaje es demasiado también para poder admirar toda la belleza del camino, que es mucha. Preciosos pueblos costeros, acantilados imposibles, playas de mucha belleza, paisajes de postal, bosques de un verde intenso apabullante... demasiado que ver para la velocidad a la que pasabamos. Mientras recorrías algún pueblo que te atraía especialmente, te daban ganas de quedarte todo el día perdiendote por sus calles o por sus playas, pero el planing obligaba a volver a montar en la bici y a buscar el siguiente pueblo. Esto a veces te dejaba mal sabor de boca y con ganas de aprovechar más, pero en seguida te acercabas a otro pueblo o atravesavas una senda preciosa y te ponías a disfrutar. 
 


Demasiado también ha sido el terreno. Totalmente rompepiernas hasta para alguien preparado a andar en montaña. Pendientes de más del 20% llenas de piedras en las que resbalaba la rueda trasera, bajadas peligrosas, barrizales, sendas estrechas llena de zarzas, vallas en medio del camino, incluso había que atravesar un par de playas. Todas estas dificultades hacen, si cabe, más especial el camino pero te obligan a un esfuerzo físico sobervio. Está claro que es preferible caminos reconditos por el medio del bosque o acantilados que atravesar la península por carreteras nacionales. Pero es muy duro.

Mentalmente ha sido una dura prueba. Jornadas interminables de bici hacían que desesperases en algunos momentos, sobre todo en plena subida de un puerto. Y lo peor era por las mañanas, después de haber hecho 120 kilómetros el día anterior y sin haber podido descansar del todo en un albergue, toca madrugar para hacer otros 120 kilómetros más. Así que psicológicamente ha sido demasiado también. Pero todo ha merecido la pena.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Un poquito de por favor

Hemos regresado muy castigados. Se añade el viaje a Vitoria de 6 horas en coche después de dos salidas nocturnas Santiagueras. Por lo tanto, no he tenido ni tiempo ni fuerzas para escribir las conclusiones y adjuntar las últimas fotos. Para mañana escribo algo, así que si a alguine le interesa todavía... un poquito de por favor.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Etapa 7: Villalba - Santiago de Compostela. En manos del apóstol.

Distancia: 134,4 kms
Distancia final: 937,8 kms
Para todos los que tenían dudas de nuestra cabezonería... HEMOS LLEGADO A SANTIAGO. Ahora estoy demasiado cansado como para escribir mucho, y entre vino y vino, y tapa y tapa, se me hace muy complicado hacer un resumen.
Así que mañana más y mejor. Resumen y conclusiones.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Etapa 6: La Caridad - Villalba. En la tierra prometida.

Distancia: 118,2 kms
Distancia acumalada: 803,6 kms
Por fin hemos llegado a Galicia. Desde Figueras, a través del puente que cruza la ría, alcanzabamos Ribadeo y pisabamos, por fin tierras gallegas. Etapa muy dura hoy también, y van... todas. En Mondoñedo comenzabamos una subida de más de 18 kms casi sin descanso, y sumados todos los caminos de pendientes imposibles se nos ha hecho imposible llegar a Baamonde, nuestro objetivo. Y eso que hemos mandado a Maikel más de media etapa por la nacional para ir más deprisa nosotros.
Ya hemos dejado atrás la costa, y el paisaje se torna en un constate suceder de montes verdes salpicados por pequeñas aldeas. La gente sigue siendo encantadora, y es un gustazo compartir unos minutos hablando de cualquier cosa; se desviven además, por ayudarte en lo que pueden. Y hoy hemos necesitado mucha ayuda. La señalización en algunos puntos era muy deficiente y tenemos la extraña habilidad de coger siempre el camino incorrecto en estos casos. Por si fuera poco, en Galicia, las vieras que indican el Camino están al revés que en el resto de comunidades y el desconocer este dato, nos ha hecho recorrer unos cuantos kms extra.
Pero ya estamos cerca, unos 123 kms nos separa de nuestro gran objetivo. Llevamos ya un largo trecho y los kms empiezan a pesar. Las fuerzas están al mínimo, pero la recompensa de llegar a Santiago es suficiente para superar toda flaqueza.
Llega un momento en que el casco, el traje, los guantes y la bici, son un apéndice más de tu cuerpo. Ya ni sientes ni padeces, sólo das pedales e intentas disfrutar el precioso camino; no hay dolor. Hemos disfrutado tanto, hemos visitado tantos pueblos, que pierdes la noción del espacio tiempo: no te acuerdas donde dormiste ayer, o donde bebiste esa sidra tan rica, o cuando pasaste por Cóbreces con esa iglesia tan chula, o si pinchaste pasando por Lourenzá, o pasando Castropol. Muchos recuerdos para mi memoria de pez.
Mañana llegamos a Santiago y nos estamos planteando ir a Finisterre. La logística dictará sentencia. Mañana más, y ya en Santiago, mucho mejor.
P.D.: Mou, muchísimas gracias por tus gestiones, eres un crack.
P.D.2: Vic, que si eso ya te tiro yo la bici en Santiago y así excusas de llevartela hasta Iruñea y que la tires tu allí.

Etapa 5: Cabueñes - La Caridad. Carretera y navegación.

Distancia: 164,4 kms
Distancia acumulada: 685,4 kms

Probablemente la etapa menos dura hasta ahora, aunque la verdad, el nivel estaba bastante alto. También ha sido la etapa más fea (o menos bonita), aunque en ésto el nivel estaba aún más alto.
Casi toda la etapa ha sido por carretera o caminos en condiciones y eso nos ha permitido andar a buen ritmo y recuperar el terreno perdido. Pero el camino no estaba muy bien señalizado y hemos dado bastante vuelta, sobretodo en Gijón y en Avilés.
Hemos llegado a La Caridad sobre las ocho y media después de más de ocho horas en bici. Encima, el amigo Maikel, que para que llegase al final de la etapa hemos tenido que llevarle todo el rato como si fuera el jefe de filas, incluso engañarle en los kms que llevabamos para que no se parase en el siguiente pueblo, se ha duchado el primero en el humilde albergue de La Caridad y nos ha dejado sin agua caliente. Así que después de todo el día en la bici, ni una ducha caliente hemos tenido como recompensa.
Pero si bien no ha sido el día más bonito, ha sido el día que más hemos disfrutado con la gente. Cerca de Muros, nos hemos encontrado con Andoni Moreta, un bilbaíno que lleva casi un año andando por una promesa a una chica en coma. Ya sólo le quedan 15 días y afirma que está hasta los huevos y que cuando acabe no va a volver a andar más en su vida. Ésta es su historia,  http://www.elcorreogallego.es/santiago/ecg-h/camina-ocho-mil-kilometros-promesa-estudiante-coma/idEdicion-2008-11-26/idNoticia-369128/, es la msma noticia que lleva impresa en una fotocopia y que ha tardado segundo y medio en enseñarnosla. Nos ha encantado la señora del albergue de La Caridad, un derroche constante de simpatía y cariño; o los cuatro peregrinos catalanes, con los que hemos coincidido comiendo en Soto de Luiña, que las habían pasado también canutas e incluso les robaron una bici en Castro, aunque salieron de Irún una semana antes que nosotros.
En resumen, que esto es una gozada, duro muy duro, pero una gozada. Las piernas aguantan (por lo menos a dos de nosotros) y ya sólo nos quedan dos días en principio para llegar a Santiago. Mañana más pero menos kms, espero.   
P.D.: he vuelto a pinchar; que siempre sea el mismo...

martes, 22 de septiembre de 2009

Etapa 4: Llanes - Cabueñes. Esfuerzo insuficiente.





Distancia: 104,5 kms
Distancia acumulada: 521 kms
El día amanecía soleado y nos llenaba de ánimos para afrontar la larga etapa de hoy. La idea era llegar hasta Avilés, pero finalmente nos hemos tenido que quedar en un camping al lado de Cabueñes, a 5 kms de Gijón. Hoy el camino nos ha puesto a cada uno en nuestro lugar. Constantes subidas y bajadas a través de sendas preciosas y pedregosas bordeando la costa asturiana primero, y caminos de cabras entre los bosques más tarde, nos han impedido avanzar a buena velocidad. Auténticas paredes, impracticables para las bicis debido al barro y las piedras, hemos tenido que atravesar para poder llegar de Ribadesella a Villaviciosa a comer. Se nos ha hecho larguisimo el tramo de la mañana ya que varios kms hemos tenido que bajarnos y empujar las bicis; incluso hemos tenido que saltar varias vallas de parcelaria. Pero hemos disfrutado como enanos con los descensos por los bosques sorteando piedras y barrizales. Bueno, creo que disfrutar, sólo he disfrutado yo, ya que era el único que ha acertado con los neumáticos. Estos chicos llevaban ruedas demasiado estrechas para estos caminos. Con todo, hoy he sido yo el que ha sufrido una caída, para completar el triplete. Afortunadamente, todas las caídas hasta ahora han sido sin consecuencias mayores que unas pequeñas contusiones.
Al final, hemos llegado a Villaviciosa a las cuatro y media, y nos han dado de comer de chiripa, a costa de hacerle quedarse media hora más a la cocinera del hotel Casa España.
A la tarde hemos subido un par de altos por el bosque y ésto ha terminado por rematar a nuestro nuevo compañero Maikel. Un pajarón de campeonato ha estado a punto de hacerle desfallecer. Pero bueno, así esperando a Maikel, a Asier y a mí, nos daba tiempo para echar unas sidras.
Total, que nos hemos tenido que quedar antes de Gijón porque sino íbamos a perder a un integrante.  Mañana esperamos recuperar algo de terreno para completar el objetivo de llegar el viernes a Santiago , aunque eso dependerá de nuestras fuerzas.
Sigo animado aunque en las fotos salga desencajado, claro que si te sacan una foto nada más subir un puerto, pues puede llegar a parecer que las estás pasando canutas, y puede que así sea. Pero estamos disfrutando mucho, también sufriendo, ya que el camino es muy duro, pero las piernas siguen respondiendo y el sufrimiento es necesario para obtener la satisfacción posterior al esfuerzo.
Mañana más y mejor.